Queridas Semillitas, espero que se encuentren bien y llenas de energías para disfrutar de esta hermosa época de festividades. 🌟
Al llegar el final del año, muchas personas en redes sociales reflexionan sobre las lecciones aprendidas. Para quienes trabajamos con energías, este ejercicio se convierte en una oportunidad para conectar con las experiencias vividas desde una perspectiva más profunda. Sin embargo, para mí, más que lecciones, la vida es un constante practicar. No se trata de aprender algo y dejarlo atrás, sino de encarnar energías, frecuencias y temas que nos acompañan como pilares a lo largo de nuestro camino.
Desde el inicio del 2024, he compartido algo que nunca antes había mencionado, ni siquiera en cuentas antiguas: las prácticas principales de vida. Aunque solemos decir que venimos aquí a aprender, desde los Registros Akáshicos comprendo que estamos aquí para practicar ciertas energías o temas –más que otros– y que hay uno principal que nos define. Este tema principal es como un PhD o doctorado del alma que venimos a realizar. Estar conscientes de esta práctica nos permite tomar decisiones más alineadas con nuestra esencia.
Durante este año, compartí publicaciones por Instagram sobre temas específicos como:
El respeto
El balance
El aprendizaje
La resiliencia
El perdón
La rendición
La presencia
La risa
La confianza
La paz
El amor y el autoamor
La incondicionalidad
La alegría
La verdad
La lealtad
La aceptación
La protección
La abundancia
La humildad
La responsabilidad
La sabiduría
La motivación
El discernimiento
La creatividad
La iniciativa
La autenticidad
La autoridad interna
La decisión
La audacia
La apertura
La libertad
Estos temas no siempre son para mí ni mensajes dirigidos a alguien en particular. Más bien, suelo preguntar qué tema debo escribir para que resuene con quienes lo necesiten. Sin embargo, durante la última luna llena del año 2024, que ocurrió el 15 de diciembre, mientras me preparaba para recibir la energía de Nativitas el día 21 y reflexionaba sobre el año, surgió con claridad un tema que me ha tocado profundamente y que, curiosamente, no había escrito antes: la pertenencia.
La Pertenencia: Un Regreso Físico, Emocional y Espiritual
Como muchos ya saben, en enero de 2023 regresé a mi isla, Puerto Rico, después de más de 16 años fuera. Nos fuimos de Brasil sin planes definitivos, con incertidumbre sobre cómo sería para los niños, con dificultad para encontrar vivienda y con el trabajo desde casa como único punto estable. Regresé, sinceramente, sin quererlo del todo, pero con la certeza interna de que debía estar aquí. Había un proceso pendiente: sanar y reconectar.
Este proceso, como todo en la sanación, no es lineal. No se trata de seguir un camino recto o apresurarse hacia una meta, sino de permitirme estar presente y sentirlo tal como es, en su propio tiempo y ritmo. Aunque sabía que había algo pendiente, también entendía que no existe realmente el tiempo como lo concebimos; no había prisa. Era cuestión de confiar en el flujo natural de mi alma, en el espacio que necesitaba para integrar, liberar y reconectar. Fue un recordatorio de que incluso en la aparente quietud, el proceso seguía vivo y moviéndose a su manera.
Los primeros meses no fueron fáciles, pero poco a poco Borikén, la tierra que me vio nacer y me abrazó por primera vez, comenzó a abrazarme nuevamente. Fueron las aguas —el mar y el río—, el andar descalza casi todo el tiempo, los sonidos del coquí, la salsa, las pleneras, la alegría de la gente, el reencuentro con viejos amigos y las pequeñas tradiciones: los limbers, el café compartido, el sonido de las voces que me decían "wepa" como si nunca me hubiera ido. Fue sanar desde lo cotidiano, desde el cuerpo y desde las raíces familiares.
La Pertenencia y el Movimiento de las Elecciones
Pasó un año y aún no sentía un renacer en mi sentido de pertenencia. Sin embargo, fue a mediados del 2024 cuando la práctica de la pertenencia comenzó a intensificarse con la llegada de las elecciones, una época que siempre había detestado. No porque no me guste la política —de hecho, es un tema que me apasiona—, sino por lo que ya he expresado en otros escritos: la frustración de vivir en un estatus colonial, donde incluso al votar por la independencia y ganarla, no tendríamos el poder de decidir con verdadera libertad...
La última vez que voté en unas elecciones en Puerto Rico fue en 2004. Veinte años después, aquí estaba, lista para votar nuevamente, pero con otro espíritu. Me sentía más libre, con la voz más firme y con la certeza de expresar mi deseo y mi ideal político: ver a la isla libre, convertida en una nación independiente.
Gracias al legado de tantos sabios y maestros puertorriqueños, tanto de generaciones pasadas y presentes, que han luchado y siguen luchando por darnos voz. Gracias a quienes han recuperado la verdadera historia de nuestro país y a quienes, a través de distintos medios, nos educan sobre la importancia de un cambio de mentalidad y la necesidad de un giro decolonial que nos permita finalmente avanzar.☺️
Pero lo que más alegró mi corazón fue ver a mis hijos participando, escuchando y comprendiendo. Con su inocencia y claridad, me preguntaron: ¿Cómo es posible que alguien no desee la libertad de su país? Ellos, que vienen de un país latinoamericano, donde la independencia es un hecho y no un sueño, me regalaron una perspectiva pura y esperanzadora. Compartir con ellos la historia de la tierra donde nací fue un regalo inesperado, un momento de alegría genuina, de reconexión profunda y de raíces que se extienden hacia el futuro.
Además, ver el movimiento de la Alianza, a los jóvenes tomando la batuta, y las conversaciones llenas de fervor sobre la libertad y la consigna de que "las playas son del pueblo" (entre otras), me hizo sentir parte de algo mucho más grande. Fue un volver a enraizarme, no solo en la tierra, sino también en la historia, en la comunidad y en la posibilidad viva de un futuro que todos juntos podemos construir.
Pertenecer: Una Práctica del Alma
¿Qué significa pertenecer?
Pertenecer es mucho más que habitar un lugar o formar parte de un grupo. Es un anhelo profundo del alma, un movimiento interno que busca seguridad, raíces y amor. Etimológicamente, la palabra pertenecer proviene del latín pertinēre, que significa "ser propio de" o "corresponder a algo". Este origen nos recuerda que pertenecer implica una conexión intrínseca, una relación de correspondencia que trasciende lo superficial.
Desde una perspectiva metafísica y espiritual, pertenecer es reconocer que somos parte de un tejido universal, un entramado de energías que nos vincula no solo a las personas y los lugares, sino también al cosmos mismo. Pertenecer es sentir que ocupamos un espacio único en la creación, que nuestra existencia no es accidental, sino parte de un propósito mayor.
Desde los Registros Akáshicos, pertenecer es entender que nuestra alma escoge conscientemente las experiencias, las familias, los lugares y las circunstancias que nos permitirán explorar la energía de la pertenencia. Aquí, pertenecer no es una simple relación física o emocional, sino una conexión energética con aquello que resuena con nuestra esencia más profunda.
Una persona cuya práctica principal de vida es la pertenencia estará explorando las siguientes preguntas y desafíos:
¿A dónde pertenezco? ¿A esta familia, comunidad, cultura, o incluso a este planeta? ¿Es aquí donde encuentro sentido y arraigo?
¿A quién pertenezco? ¿Perteneceré a Dios, a mi alma, a un grupo álmico, o a una relación específica? ¿Cuál es la naturaleza de esa pertenencia?
¿Qué significa pertenecer para mí? ¿Es una forma de enraizarme, o me siento atrapado/a en roles y expectativas?
¿Cuáles son los beneficios y retos de pertenecer? ¿Cómo contribuye esta pertenencia a mi crecimiento, y cómo limita mi libertad o autenticidad?
¿Cómo encuentro el equilibrio entre pertenecer y no pertenecer? ¿Puedo ser parte de algo sin perderme a mí mismo/a?
La práctica de pertenecer invita a quienes la tienen como tema principal a anclarse y adaptarse en múltiples dimensiones:
Familiar: Explorarán su lugar dentro de la familia de origen, cuestionando dinámicas y roles heredados.
Comunitaria: Sentirán el llamado a conectarse con su entorno, ya sea una cultura, una nación o una comunidad global.
Espiritual: Examinarán su relación con lo divino, con su grupo álmico o con el cosmos en general.
Personal: Aprenderán a equilibrar el deseo de pertenecer con la necesidad de preservar su individualidad.
Cuando pertenecemos, experimentamos el sentido de formar parte de algo más grande que nosotros mismos. Nos sentimos enraizados, conectados con la vida y con los demás. Pero, al mismo tiempo, la pertenencia nos devuelve a nosotros mismos, recordándonos que somos el único lugar donde verdaderamente comenzamos a habitar.
Desde esta visión, pertenecer también significa aceptar el contrato álmico que hicimos antes de encarnar: comprender que cada experiencia, por desafiante que sea, nos guía hacia una mayor comprensión de quiénes somos y cuál es nuestro lugar en este vasto universo.
Pertenecer no es conformarse, sino más bien florecer en un espacio donde nuestra autenticidad pueda convivir con la comunidad, el propósito y el amor.
Mi Experiencia y la Visión Espiritual de la Pertenencia
Regresar a Puerto Rico después de más de 16 años fuera no fue solo un movimiento físico; fue un llamado del alma. Aunque al principio sentía resistencia y desconexión, el tiempo, las experiencias cotidianas y los vínculos que fui redescubriendo comenzaron a tejer un sentido de pertenencia que iba mucho más allá de la geografía.
Desde los Registros Akáshicos, comprendí que este regreso no era fortuito. Mi alma había elegido esta tierra, estas relaciones y estas circunstancias para profundizar en el tema de la pertenencia. Era un recordatorio de que mi conexión con Puerto Rico no solo está enraizada en el lugar donde nací, sino también en un propósito álmico más elevado.
Espiritualmente, pertenecer no es simplemente estar en un lugar, sino reconocer que somos parte de un todo mayor. Es comprender que las experiencias y los desafíos que vivimos están alineados con nuestra evolución. En mi caso, regresar aquí fue un acto de reconciliación: con mi historia, con mi linaje y conmigo misma.
Explorar la pertenencia desde esta perspectiva me llevó a reflexionar sobre el equilibrio entre arraigarme en este espacio y, al mismo tiempo, mantener mi autenticidad. A través de este proceso, he aprendido que la pertenencia no es estática, sino dinámica; es un diálogo constante entre lo que ofrecemos y lo que recibimos del lugar, la comunidad o la energía con la que nos conectamos.
Al integrar mi experiencia personal con la visión espiritual, entendí que pertenecer es, en última instancia, un acto de amor hacia uno mismo y hacia el lugar que decidimos llamar hogar, sea físico o energético. Es aceptar el contrato álmico que nos llevó a estos espacios y personas, y permitirnos florecer en ellos con autenticidad y propósito.
La Práctica de Vida que Nos Guía
Este 2024, la pertenencia me ha movido, sanado y transformado. Ha sido un regreso a lo físico: a mi isla y a mis raíces, pero también un regreso al alma. Porque, al final, pertenecer no es solo dónde estás, sino dónde te reconoces y te permites ser.
Esta conexión terrenal me llevó a reflexionar sobre una verdad aún más amplia: nuestra pertenencia como Semillas Estelares en este plano.
Pertenecer como Semillas Estelares
Como Semillas Estelares, sabemos que nuestro origen es estelar, que venimos de un lugar mucho más allá de la Tierra y que pertenecemos al cosmos, a algo mayor y eterno. Sin embargo, este reconocimiento, aunque expansivo, puede generar una sensación de aislamiento si no logramos encontrar un sentido de pertenencia aquí, en este plano terrenal.
Es importante recordar que, aunque nuestras almas estén conectadas con las estrellas, también hemos elegido encarnar en este planeta, en este momento, con un propósito. Pertenecer a la Tierra, a un lugar, a una comunidad, y conectar con los ancestros y la historia de este "pertenecer", es esencial para enraizarnos y encontrar equilibrio.
Cuando no logramos sentir esa conexión, el deseo de regresar “a casa” puede volverse abrumador. Podríamos sentirnos atrapados, desorientados, tristes o desesperanzados, como si nuestra misión aquí careciera de sentido. Pero al encontrar un lugar o una comunidad donde pertenezcamos, descubrimos un puente entre lo terrenal y lo estelar, un lugar donde nuestras raíces pueden crecer mientras nuestras ramas se extienden hacia el infinito.
El camino de toda Semilla Estelar incluye este desafío: encontrar el balance entre lo cósmico y lo terrenal, entre nuestra conexión con las estrellas y nuestra capacidad de habitar esta tierra.
En mi caso, aunque llevo más de diez años practicando como lectora de Registros Akáshicos (desde el 2014) y entiendo profundamente lo que significa el sentido de pertenencia, durante mucho tiempo no sentí un fuerte "pertenecimiento" a un lugar específico. Claro, me sentía orgullosa de ser puertorriqueña, de haber nacido en Borikén, pero de alguna manera había desconectado de mi tierra natal. Creía que, como alma, podía estar en cualquier lugar y encontrar un sentido de pertenencia.
Me dediqué entonces a nutrir esa pertenencia desde dentro, a cultivar mi "tierra interior". Pero este año, las energías de mi camino me llevaron a comprender algo más profundo: mi alma estaba en busca de un lugar donde pudiera expresarse mejor, y ese lugar no era otro que mi tierra natal, Puerto Rico. Reencontrarme con mis raíces, con la historia y la energía de mi tierra, ha sido una experiencia transformadora que me ha dado una nueva perspectiva sobre la pertenencia.
Hoy doy gracias por todo lo que ocurrió este año, por todas las experiencias que me llevaron a entender la pertenencia desde aquí, desde la Tierra, y más específicamente desde Borikén. Este proceso no solo me ha permitido enraizarme de una forma más profunda, sino que también me ha ayudado a ser una mejor facilitadora de Registros Akáshicos y de las prácticas que comparto con quienes llegan a mí.
Encontrar ese sentido de pertenencia, donde quiera que sea y con quienes nos rodeen, no solo nos ancla aquí, sino que también nos conecta con el propósito mayor de nuestra misión cósmica. Porque al pertenecer aquí, también estamos cumpliendo con nuestro propósito en el universo.
Y tú, Semillita, ¿cuál ha sido la práctica que te ha tocado este año?
¿A dónde perteneces? ¿A quién perteneces?
Si sientes el llamado a explorar tus temas principales de vida y cómo estos se manifiestan en tu camino, estoy aquí para acompañarte en este viaje de reconexión y autodescubrimiento.
Con amor, un corazón enraizado, y el alma guiada hacia donde verdaderamente pertenecemos,
~ Cris. 💫
Cris (Cristina), en esta vida, es natural de Puerto Rico. Sin embargo, a nivel del alma, es natural de Sirio. Formada en Ciencias, Odontología, Odontopediatría, y algunas modalidades de sanación, medicina o terapia energética. Es madre de tres niños. Valora la educación, la prevención, la unión, la libertad de expresión, entre otros.
Observadora y reservada, aunque le gusta subir a una tarima para bailar y cantar. Disfruta del mar y del río para nadar y meditar; de mover con atención su cuerpo para su mente y corazón serenar; de visitar una librería esotérica para leer y estudiar; de jugar con sus hijos y hacerlos reír sin parar; de estar en buena compañía íntima y familiar; y de una deliciosa y nutritiva comida, ¡claro está!
Además, le apasiona la escritura. Ha publicado cuentos para niños con un enfoque energético y destinados a nutrir el alma, transmitiendo a través de ellos mensajes que conectan con la esencia más pura.
Si deseas contactarla, hazlo ahora. En confianza. ¡Ya! ☺︎
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